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Una carta abierta a los musulmanes en Puerto Rico

Por: Wendy Díaz

La primera vez que viajé a Puerto Rico usando el hiyab, el velo que usamos las mujeres musulmanas, fue en el año 2002. En ese tiempo no conocía a ningún musulmán en la isla, hasta visitar una mezquita en Rio Piedras. Fue allí donde supe que había otras mezquitas en Puerto Rico y otros musulmanes puertorriqueños, aunque aprendí que la gran mayoría de los musulmanes en la isla eran árabes inmigrantes. Entonces comencé a entender quiénes eran los misteriosos árabes a quienes mi abuela les compraba productos de vez en cuando, al pasar por el pueblo con mercancía en los baúles de sus carros. Los había visto cuando era niña y quizás hasta les había hecho un gesto para que esperaran mientras mi abuela buscaba dinero en su monedera para pagarles.

Después, cuando ya había sido musulmana por varios años y fui de visita una vez más a mi isla, de nuevo pude ver a un vendedor ambulante árabe. Se detuvo frente a la casa de mi tía, donde yo me estaba hospedando. Mi tía le estaba pagando por alguna mercancía cuando este señor me vio. Sorprendido por ver a una mujer con hiyab salir de su casa, le preguntó a mi tía quién era yo. Ella le informó que yo era su sobrina y que me había convertido al Islam. “Por eso se viste así,” ella le explicó. Fue en ese momento que el árabe sacó del interior de su carro un panfleto con información acerca del Islam y de la mezquita de Ponce y se lo entregó a mi tía. Le dijo que era un regalo para ella.

De esa forma, este hombre quiso introducirle a ella a la religión islámica, tras haber ganado la confianza viendo que realmente en una familia puertorriqueña puede suceder que a alguien le interesara el Islam. Al menos, eso es lo que pienso ocurrió. ¿Qué otra explicación tiene que, durante tanto tiempo, estos señores árabes musulmanes habían visitado numerosas veces a mi familia, sin ni siquiera hablarles una sola palabra sobre la religión islámica? Fue cuando me vieron a mí, ya como musulmana, que tuvieron el valor de hacerlo.

Siempre me acuerdo de este incidente y después de haber visitado a dos centros islámicos en Puerto Rico, y escuchar similares relatos de mis amigos puertorriqueños que se han convertido al Islam, entendí que los musulmanes inmigrantes no han hecho lo suficiente para enseñarles a los puertorriqueños sobre el Islam. Al contrario, se han mantenidos aislados y, por lo tanto, la mayoría de la población puertorriqueña no sabe la diferencia entre un musulmán y un árabe. Que un árabe no necesariamente tiene que ser musulmán ni un musulmán un árabe. Que ambas palabras no son intercambiables. Que hay musulmanes en todas las partes del mundo y de todas las razas y nacionalidades; que esta religión no es solamente para "esa gente de allá."

Solo conocen lo que ven en la televisión, que mayormente es negatividad hacia la religión del Islam, sin saber que los musulmanes también creen en Jesús y en su madre María, y que el Corán es una continuación de muchas de las enseñanzas en la Biblia, y que existen fuertes lazos entre el Islam y la cultura Borinqueña.

Una amiga musulmana puertorriqueña que vive en los Estados Unidos me contó que una vez, cuando ella y su esposo andaban buscando la mezquita de Vega Alta en Puerto Rico durante sus vacaciones, pararon para pedir información en un pueblo cercano. Le preguntaron a una persona cómo podían llegar a la mezquita, pero esa persona no sabía de lo que estaban hablando. Una vez más preguntaron y explicaron que era el lugar donde rezan los musulmanes. De nuevo hubo silencio y confusión de parte de nuestro paisano. No fue hasta que mencionaron a los árabes que la persona entendió. “Ah, los árabes, sí, ellos van a ese sitio por allá…” y fue así como, por fin, consiguieron la dirección.

¿Por qué será que los musulmanes inmigrantes en Puerto Rico se han logrado a integrar en cuanto al comercio y ambiente trópico de la isla, sin embargo, no han podido difundir las enseñanzas del Islam en esta región? ¿Será por miedo al rechazo? ¿Será por falta de ánimo? O, simplemente por pensar que el pueblo puertorriqueño no está interesado en una nueva religión. Hay excepciones, claro, pero por lo general, parece que no han sido muy activos en cuanto a la llamada a los Boricuas.

Desde unos cuantos años atrás, con el crecimiento de la comunidad musulmana Boricua en los Estados Unidos, más y más puertorriqueños musulmanes sí están poniendo de su parte para educar a sus familias. Sin embargo, necesitan el apoyo de los musulmanes “veteranos,” aquellos que se han criado en la fe y los que han practicado el Islam desde hace mucho tiempo. Los nuevos musulmanes puertorriqueños y las personas con una verdadera curiosidad de lo que es el Islam necesitan una comunidad para identificarse y buscar ayuda. Ahora me preguntó si las cosas cambiarán tras el paso del Huracán María, cuando todos en la isla se encuentran en sus rodillas, destrozados y forzados a comenzar de nuevo. ¿Servirá este desastre como una fuente de unificación para los musulmanes inmigrantes y el pueblo de Puerto Rico?

Hace como dos años atrás, mucho antes de que el Huracán María ocurriera, había escrito la siguiente carta como un consejo, con la comunidad musulmana inmigrante en mente. Quería hablarles a mis hermanos con el corazón, y no sabía cuál era la mejor manera de hacerles llegar este mensaje. Ojalá ahora mis palabras sirvan como una motivación, cuando más la necesitan:

En el Nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso.

Queridos hermanos,

Estamos en un tiempo en que necesitamos educar a la gente sobre el Islam más que nunca. Es evidente que el Dia del Juicio se aproxima. La corrupción y la inmoralidad se han convertido en la norma. Nuestros hijos se están perdiendo, cayendo victimas del crimen y la adicción a las drogas, y nuestros hijos han perdido la vergüenza y caen victimas a la explotación y el abuso ante nuestros propios ojos. La mujer, en lugar de ser valorada y respetada como ser humano, como madre, como hermana, y como hija, es sometida a las más humillantes situaciones, para complacer los caprichos de los depravados.

Puerto Rico se está muriendo. Y les pregunto a ustedes, mis hermanos, ¿Si alguien se estuviera ahogando ante sus ojos y tuvieran un salvavidas en sus manos, se lo darían? ¿Dudarían en ayudarlo? ¡Por supuesto que no! Quizás hasta arriesgarían sus propias vidas, lanzándose al mar para salvarlo. No lo pensarían dos veces.

En la actualidad, nosotros tenemos en nuestras manos un salvavidas y la gente a nuestro alrededor se está ahogando. Puerto Rico se está ahogando. Y el salvavidas que poseemos no solo salva vidas en este mundo, sino también en el Mas Allá. ¿De qué hablo? Mis queridos hermanos, tenemos el Islam. Y el pueblo puertorriqueño necesita el Islam ahora más que nunca. Tienen el derecho de conocer el Islam, la entrega completa a Dios, Todopoderoso. Verdaderamente, en esta fe se encuentra la paz, la prosperidad, y el amor. ¿Por qué no estamos ofreciendo este salvavidas? Y no significa que debemos imponer, sino informar y dar una alternativa.

Ya es hora de que eduquemos a nuestro pueblo, de que no lo pensemos dos veces, de que compartamos este mensaje con la gente que nos rodea. No podemos temer las consecuencias, ni el qué dirá de la gente. No nos podemos dejar llevar por los que se opongan, ni por las mentiras de los medios de comunicación. Peores cosas vivieron los mensajeros de Dios y sus seguidores en los tiempos de antes, pero al fin y al cabo tuvieron la victoria porque el Señor es Quien protege Su mensaje y el que apoya y protege a Sus fieles. De esa manera, el Islam se extendió desde España hasta la China conquistando los corazones de la gente.

Entonces, ¿Qué tememos? O, ¿somos arrogantes? ¿Estamos por encima de ellos? Que Dios nos proteja de sentirnos mejor que nadie. Dios nos advierte en el Corán, “¡Oh, creyentes! Si algunos de vosotros reniegan de su religión, Alá les sustituirá por otros a quienes amará y ellos Le amarán…” (5:54) Esto significa que Él reemplazará a la gente que abandona su responsabilidad y una de nuestras responsabilidades es proclamar que no hay nada ni nadie que merece ser adorado excepto Alá, y que Muhammad es Su mensajero. Tenemos que hacer conocer quién es nuestro Señor y quién fue nuestro amado profeta.

Ya es hora. Miren a su alrededor. Para nuestra gente de Puerto Rico, por años los pastores cristianos y los curas católicos han estado perdiendo la credibilidad. Algunos han cometido abusos y crímenes contra los menores y contra hombres y mujeres. Poco a poco, la gente se ha alejado de Dios, al sentirse traicionados por líderes religiosos. Los Boricuas están perdiendo su fe, porque las iglesias son lo único que conocen. La única alternativa de la que escuchan es el ateísmo. Y un pueblo que pierde la fe en Dios es un pueblo perdido. Un pueblo que se abre al ateísmo y a la inmoralidad es un pueblo que invita la destrucción y el castigo de Dios.

Es hora de hacer conocer el Islam. Porque el Islam sí es una alternativa y el Islam les puede ayudar a recuperar esa fe y los valores que se están perdiendo y que tanto necesitan. Nuestra religión no deja atrás las creencias que existen en el cristianismo, sino que las fortalecen y añaden a ellas con pruebas seguras. Yo nací en Puerto Rico y me críe por los primeros años de mi vida allá, pero no fue hasta vivir en los Estados Unidos que conocí el Islam y supe realmente quiénes eran los musulmanes. Aprendí por medio de una familia árabe hace 20 años. No sé si hubiese sido el caso si hubiese estado viviendo en Puerto Rico; Dios sabe más. Desde entonces, he aprendido que el Islam es parte de nuestra historia como puertorriqueños, y es una realidad que todos deben conocer.

Mis hermanos puertorriqueños, nacidos Boricuas o no, estamos aquí por una razón y no debemos dejar que esa razón sea solo mundanal. No se queden aquí por sus negocios o por sus familias, no se pongan cómodos e ignoren a los demás. Somos musulmanes y tenemos el deber de explicar quiénes somos, no dejar que otros lo expliquen por nosotros.

Les desea la paz, su hermana,

Wendy Díaz

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